sábado, 8 de marzo de 2025

Participación de las mujeres en el movimiento cooperativo

 Participación de las mujeres en el movimiento cooperativo



Alejandro Martínez Castañeda


En el marco de Día Internacional de la Mujer, es pertinente enfatizar que las mujeres desempeñan un papel fundamental en las cooperativas, contribuyendo al desarrollo económico, social y comunitario. Su participación en estos modelos organizativos no solo promueve la igualdad de género, sino que también fortalece la sostenibilidad y la inclusión en las comunidades. 


Una de las características principales del movimiento cooperativo es la promoción de la equidad de género, que se deriva del Primer Principio Cooperativo: Membresía abierta y voluntaria, el cual reza: “Las cooperativas son organizaciones voluntarias abiertas para todas aquellas personas dispuestas a utilizar sus servicios y dispuestas a aceptar las responsabilidades que conlleva la membresía sin discriminación de género, raza, clase social, posición política o religiosa”.


“Cuando las mujeres crean o se afilian a cooperativas, realizan actividades profesionales innovadoras, consiguen aumentar los ingresos y mejoran el rendimiento comercial y la competitividad. Al unirse a una cooperativa, aumenta su capacidad de decisión en sus hogares y mejora su participación y empoderamiento en los asuntos de su comunidad, ya que las cooperativas, como empresas centradas en las personas, apuestan por un empleo integrador que favorezca en gran medida a las mujeres en situación de desigualdad”, refiere un informe de la Alianza Cooperativa Internacional (ACI).


Las cooperativas ofrecen a las mujeres oportunidades para generar ingresos, acceder a recursos y desarrollar habilidades empresariales, contribuyendo con su empoderamiento económico. Muchas mujeres encuentran en las cooperativas una vía para superar barreras económicas y sociales, especialmente en áreas rurales o en contextos de vulnerabilidad. Asimismo, las cooperativas fomentan la participación activa de las mujeres en la toma de decisiones, lo que contribuye a su empoderamiento y visibilidad en roles de liderazgo.


En México, las mujeres han enfrentado históricamente desafíos como la desigualdad de género, la falta de acceso a recursos económicos y la exclusión de espacios de toma de decisiones. Las cooperativas han surgido como una alternativa para superar estas barreras, permitiendo a las mujeres organizarse, compartir recursos y generar ingresos de manera sostenible.


Las mujeres mexicanas participan destacadamente en los siguientes sectores:


Agricultura y alimentación: En zonas rurales, las mujeres han formado cooperativas para producir y comercializar alimentos orgánicos, productos locales y artesanías. Un ejemplo son las cooperativas de mujeres indígenas que producen café, miel o textiles bajo esquemas de comercio justo.


Artesanías y textiles: En estados como Oaxaca, Chiapas y Guerrero, las mujeres han creado cooperativas para preservar técnicas tradicionales de tejido y bordado, al mismo tiempo que acceden a mercados nacionales e internacionales.


Servicios y cuidado: En áreas urbanas, las mujeres han organizado cooperativas de cuidado infantil, limpieza y otros servicios, lo que les permite conciliar el trabajo remunerado con las responsabilidades familiares.


Ahorro y crédito: Las cooperativas de ahorro y préstamo, como las cajas populares, han sido una herramienta importante para que las mujeres accedan a microcréditos y financiamiento para emprender negocios.


No obstante, a pesar de los avances, las mujeres en las cooperativas enfrentan importantes desafíos relacionados con la falta de acceso a financiamiento, ya que muchas cooperativas de mujeres tienen dificultades para obtener créditos o inversiones.


Las mujeres suelen combinar su trabajo en la cooperativa con las responsabilidades domésticas, lo que puede limitar su participación. Además, la discriminación de género continúa siendo un fenómeno que está presente. En algunos casos, las mujeres enfrentan resistencia dentro de sus comunidades o familias para participar en actividades económicas.


En resumen, las mujeres en las cooperativas no solo contribuyen al crecimiento económico, sino que también son agentes de cambio social. Su participación activa es esencial para construir modelos más justos, inclusivos y sostenibles. Sin embargo, es necesario seguir trabajando para superar los desafíos estructurales que limitan su pleno potencial.

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