ZACÁN 20/02/25
82 años del nacimiento del volcán Parhíkutin
+ La zona, muestra ahora
un paisaje de contrastes.
RED 113 MICHOACÁN/Lamberto Hernández Méndez
Zacán, Mich.- 20 febrero de 2025.- Algunas poblaciones originarias que se ubican en el
lado norte de del volcán Parhíkutin, entre ellas, Angahuan y Zacán, emergieron,
literalmente, de entre las cenizas que lanzó este coloso de fuego, allá por el
año de 1943; han sobresalido, pero también, han conservado la identidad
cultural, como la artesanía, gastronomía o la música, aspectos que son
apreciados por propios y extraños que llegan a visitar el volcán, el mar negro
de la lava y las ruinas de Parangaricutiro con su torre semi sepultada.
Las mujeres, con sus
vistosos atuendos, elaborados artesanalmente, el rollo de lana, delantal, blusa
adornada con caprichosos dibujos a base de punto de cruz, un rebozo de patakua
y huaraches, hace que resalte su porte y belleza natural.
A pesar de los daños
causados por la erupción del volcán Parhíkutin, el 20 de febrero de 1943,
principalmente al ganado y la agricultura; zona devastada donde el maíz y
frijol, eran el principal alimento de los purhépecha y que se cultivaba en la
región, no crecía, por el diámetro de hasta uno y dos metros arena caliente que
cayó en esos terrenos, durante la erupción.
Mientras que, en su
entorno, un gran mar de piedras incandescentes devoraba todo a su paso, lo
sepultaba y lo atrapaba, es así como aquel poblado de Parangaricutiro, conocido
también como San Juan de las Colchas y su iglesia, dedicada al Señor de los
Milagros, fue prácticamente sepultada bajo toneladas de piedras; todos tuvieron
que emigrar.
Por aquellos tiempos, los
compositores, los pireris, cantaban versos que inspiraban, como aquella que
dice, “Piedritas, que vienen rodando para ese pueblito del Parhíkutin. Las
muchachas de Angahuan y también las de Zacán, desean tener ya marido, por
temores al volcán…”.
En el libro “50 aniversario
del pueblo que se negó a morir”, del presbítero Rafael Mendoza Valentín, aporta
interesante investigación, de donde extrajimos algunos datos.
Así, destaca que dos
meses después del nacimiento del volcán, en abril de ese año, el poblado de
Parhíkutin (lugar o ir al otro lado) o San Salvador Kúmbutsio, que contaba con
733 habitantes, queda sepultado para siempre, por una lápida negra de lava.
Después sería reubicado al oriente de Uruapan, junto a la estación del
ferrocarril Caltzontzin.
Agrega que, en tanto, San
Juan Parangaricutiro o San Juan de las Colchas, que contaba con mil 895
habitantes, es un poblado cercano, aún se resistía a salir, pero la lava seguía
su camino a unos 25 kilómetros por hora, todo se llevaba consigo, todo a su
paso lo fundía; finalmente, el 10 de mayo de 1944, empieza el éxodo, en busca
de una nueva vida, un nuevo pueblo, hacia lo que ahora es Nuevo
Parangaricutiro, atrás, aquel poblado fundado en el año de 1540 por Fray Juan
de San Miguel, quedó prácticamente bajo el mar de piedra calcinada.
Actualmente, Nuevo
Parangaricutiro, se ubica a unos 10 kilómetros al poniente de Uruapan, donde
era la hacienda de Los Conejos. La carretera que los une fue inaugurada en
abril de 1973, por el entonces presidente de México, Luis Echeverría Álvarez;
el gobernador, Servando Chávez Hernández y el alcalde, Manuel Anguiano Martínez
(1972-1974).
La avenida principal de
Nuevo Parangaricutiro, llamada Lázaro Cárdenas, fue inaugurada en 1979, por el
presidente José López Portillo; el gobernador Carlos Torres Manzo y, el alcalde
Francisco Anguiano Cuara (1978-1980).
Aproximadamente, 30 años
después de la erupción, la zona fue otra, la arena volcánica ha sido
erosionada, parcialmente, por las corrientes de agua durante las lluvias y de
nuevo han sembrado maíz y árboles, pero ahora con la novedad del aguacate,
catalizador económico importante.
Las piedras volcánicas,
parecieran que han tomado figuras caprichosas, que son admiradas por los
visitantes; la torre de la iglesia que emerge imponente de entre el mar negro
de lava, en el viejo San Juan de las Colchas; sólo algunas bardas de lo que
fueron casas y cocinas se observan aún entre la maleza de lo que fue el poblado
y lo que eran sus calles.
Paisajes de contrastes
con lo negro de la lava, lo verde del bosque, el azul de las montañas, el cielo
azul y el gris de las nubes en aquel horizonte lleno de historia y nostalgia.
Un verdadero paraíso que se debe admirar y disfrutar; el aire puro y la comida
tradicional junto a la lava, frente a la iglesia del viejo San Juan, es una
historia inolvidable.
Para llegar a las ruinas,
la lava y el volcán, existen tres caminos principales, desde Angahuan,
caminando o a caballo; de Nuevo Parangaricutiro, por una terracería de más de
10 kilómetros o bien, desde la comunidad originaria de Zacán, a pie, caballo o automóvil,
distante apenas 3. 5 kilómetros. Una aventura que debe vivirse, apreciarse y
preservarse.
En este 82 aniversario
del nacimiento del Parhíkutin, se han organizado una serie de actividades
conmemorativas, principalmente culturales, de las que nos dan identidad ante el
mundo, comida tradicional, música y danza, organizadas por las autoridades
municipales de Nuevo Parangaricutiro, que encabeza el alcalde Jesús Espinoza
Rochín.
El sábado 22, junto a la
lava, donde quedó sepultado el antiguo pueblo de Parangaricutiro, habrá música,
danza de los kúrpitis, simulacro de la erupción del volcán con fuegos
artificiales, comida tradicional, así como testimonios de algunos
sobrevivientes testigos del nacimiento del Parhíkutin, según lo confirmó Jesús
Velázquez Gutiérrez, El Cachuy.
Fotos: Gilberto Rivera,
Fototeca Nacional del INAH y del Archivo Histórico del Instituto de Geología de
la UNAM y del autor de esta nota Lamberto Hernández Méndez.