MORELIA 28/08/24
La reforma al Poder Judicial y los poderes fácticos
RED 113/Opinión por José Luis Montañez
Morelia, Mich.- 28 de agosto de 2024.- En días pasados, la Comisión de Puntos
Constitucionales de la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión, aprobó en
lo general la reforma constitucional al Poder Judicial Federal, reservando para
la discusión en estos días más de 300 votos particulares y la aprobación por el
Pleno, que habrá de retomarse a partir del 3 de septiembre –ya con la nueva
legislatura-, antes de pasar a su discusión y aprobación por la Cámara de
Senadores.
Entre los puntos
destacados que integran el dictamen en lo general, se observan avances y
modificaciones estructurales a la conformación y funcionamiento del Poder
Judicial, cuya justificación es fortalecerlo, para garantizar una mejor, más
expedita y transparente impartición de justicia, por los tribunales
responsables de hacer justicia en México, con mayor probidad, independencia y
sobre todo, legitimación política y social.
Así podemos celebrar por
ejemplo que, la integración de la Suprema Corte de Justicia pasará de 11 a 9
ministros y que su duración no podrá exceder los 12 años, con un salario digno,
que tampoco podrá ser superior al de la próxima Presidenta de la República.
Además de ello, se incorpora un elemento democrático fundamental, que es la
inclusión y apertura para que cualquier mexicano, - que cumpla los requisitos
legales- pueda ser propuesto para ser juzgador, esto es siempre y cuando posea
título de Licenciado en Derecho, tenga ciertos años de experiencia profesional
y haya obtenido un promedio de 8 en Licenciatura o de 9 en el postgrado o
especialidad, en materias afines al puesto para el que se postula.
Este requisito no sólo
garantiza la condición de la profesionalización en la impartición de la
justicia, sino que permite a los “excluídos del sistema judicial”, aquellos que
no han podido formar parte de la judicatura federal, por no ser parientes o
cercanos a los integrantes actuales del Consejo de la Judicatura, participar en
igualdad de condiciones por un lugar que garantice su ingreso al Poder
Judicial. Estos aspirantes, por supuesto que serán evaluados por una comisión
externa de especialistas, que habrán de avalar su idoneidad para el puesto, que
reducirán la lista de aspirantes, para que participen sólo los de mejor perfil
y que los pondrán a consideración de los Poderes del Estado, para que sean
estos quienes los propongan de acuerdo al número establecido en la constitución
– 9 candidatos por cada puesto de Ministro, magistrados electorales y del
Tribunal Disciplinario y 6 por cada puesto de magistrados de circuito y jueces
de distrito, en éste último caso, se incluye además, a los juzgadores en
funciones que deseen participar, porque de forma directa e inmediata, se
convierten en candidatos para la elección-.
El punto más importante
de la reforma sin embargo, -y también el de mayor discusión-, es el relativo a
la elección de Ministros, Magistrados y Jueces por votación popular, esto
obligará a que se nombre en una elección extraordinaria en el año 2025, a la
totalidad de los Ministros, Magistrados del Tribunal Disciplinario y 2
magistrados electorales de la sala superior, así como el 50% de magistrados y
jueces de distrito, pues el restante 50% será elegido en la elección ordinaria
del 2027, con la idea de hacerlo escalonado.
Dos puntos a destacarse
de la reforma de mérito, es la designación de juzgadores interinos, según los
resultados de la votación, entre los candidatos participantes, y ya no, por
designación de alguno de los poderes del Estado o del propio consejo de la
Judicatura o del ahora llamado Órgano de Administración Judicial; el otro punto
es el relativo a la Carrera Judicial tan polémica, pues esta permanece al igual
que la Escuela Federal de Formación Judicial, que ahora, además, tendrá en
responsabilidad la formación, capacitación, evaluación, certificación y
actualización del personal del carrera Judicial y administrativo del Poder
Judicial Federal, así como del personal de los poderes judiciales locales,
fiscalías, defensorías públicas, organismos de derechos humanos, instituciones
de seguridad pública y público en general, en su caso.
Otro punto toral en esta
reforma, es lo relativo a los derechos laborales de los trabajadores del Poder
Judicial y el destino de los poderes judiciales locales. En este sentido, los
transitorios décimo y octavo de dicho dictamen, respectivamente, han sido enfáticos
en reiterar que los derechos de los trabajadores serán respetados en su
totalidad, a pesar de la extinción de los fideicomisos; mientras que en el caso
de las entidades federativas, estas contarán con 180 días para la adecuación de
sus constituciones locales y hasta la elección del 2027, para la renovación
total de sus jueces y magistrados estatales.
Sin embargo, a pesar de
no advertir violación constitucional o a los derechos humanos de los
trabajadores e integrantes del poder judicial federal, hoy los poderes fácticos
y las fuerzas reaccionarias de la derecha nacional e internacional han sacado
toda su artillería mediática y política, para frenar la consabida reforma, que
sin duda será aprobada en su mayor parte.
En el ámbito nacional,
por ejemplo, los ultraconservadores políticos y judiciales, han parado
injustificadamente las labores de administración de justicia, desde el pasado
19 de agosto, en todo el país, violando el derecho humano y constitucional de
130 millones de personas de acceso a la justicia, tratando de justificar en un
acuerdo del pleno del Consejo de la Judicatura, que sólo se resolverían los
asuntos urgentes o graves; la incongruencia es, que esos “asuntos urgentes”,
quedan a discreción de los propios ministros y miembros de la judicatura
federal, pues qué de “urgente” tiene el hecho de haber admitido, la Suprema
Corte de Justicia, en pleno paro de labores, un recurso de impugnación a un
crédito fiscal, promovido por Ricardo Salinas Pliego, Presidente del Grupo TV
Azteca, Banco Azteca y Elektra, entre otros, para seguir evadiendo el pago de
sus impuestos por el orden de los 1, 431 millones de pesos, con el
consentimiento judicial, que se suman a los más de 67 mil millones de pesos que
adeuda en impuestos al SAT por 13 créditos fiscales. La respuesta es evidente,
sigue existiendo complicidad y maridaje entre el poder judicial y los 57 grupos
económicos más poderosos de México, para proteger sus intereses. ¿No será más
urgente resolver los más de 100 mil casos pendientes, del resto de los mexicanos,
o será que en la administración de justicia también hay privilegios?
Otra respuesta de los
poderes fácticos, la tenemos todos los días en los medios de comunicación
nacionales y locales, que se empeñan en denostar y hasta descalificar la
reforma judicial, con sus noticias y argumentos de la industria cultural que
han creado (Adorno y Horkheimer) o con su videopolítica (Sartori), para
intentar confundir y formar una opinión popular o social en contra de la
reforma.
Más aún, ahí tenemos esa
ultraderecha prianista que hoy se opone injustificadamente a la reforma, bajo
el argumento de una supuesta vulneración de la independencia del poder judicial
y que opera todos los días desde los partidos, las Cámaras, sus representantes
populares y sus ideólogos de derecha, que son por cierto, los mismos, que
votaron y justificaron la reforma judicial de 1994, impulsada por Ernesto
Zedillo, como una supuesta “respuesta adecuada para atender la exigencia
ciudadana, en un ambiente en que se cuestionaba a las instituciones encargadas
de impartir justicia”. Esa misma reforma que bajo la denominación de
“jubilación inmediata”, cesó a los 26 ministros de entonces, dejando a la
Suprema Corte de Justicia sin funciones, del 1º de enero al 1º de febrero de
1995, hasta que tomaron posesión los nuevos ministros; que redujo el número de
sus integrantes de 26 a 11 miembros y que redujo también el plazo de su
vigencia o duración a sólo 15 años, después de tener un nombramiento vitalicio.
Después de esa reforma,
no pasó nada, ni se cayeron los mercados financieros, ni se suspendió el recién
firmado Tratado de Libre Comercio, ni se levantó el pueblo en armas, ni se
instauró la dictadura, ni nos convertimos en Cuba, ni en Venezuela, ni en
Rusia, ni en Bolivia, como ahora se dice, a pesar de enfrentar peores
condiciones económicas de las que hoy enfrentamos (la devaluación de peso y la
crisis de las hipotecas), por el famoso error de diciembre, el levantamiento
social y guerrillero del EZLN en Chiapas y la inestabilidad política originada
por el magnicidio de Luis Donaldo Colosio. El país y el poder judicial se
fortalecieron y siguieron funcionando sin dificultad alguna.
Por eso, las amenazas de
la derecha internacional, de que habrán de afectarse las relaciones comerciales
derivadas del T-MEC con Estados Unidos y Canadá, a partir de las declaraciones
de sus embajadores, no son ciertas, pues a quien conviene más la vigencia de
este ventajoso tratado comercial, que a ellos que han venido a instalar sus
empresas transnacionales con mano de obra barata y empleos paupérrimos en
México, que consiguen insumos y materias primas a precio regalado para sus
producciones millonarias, que no pagan impuestos, que han inundado los mercados
nacionales mexicanos de mercancías importadas y que además, se llevan sus
capitales golondrinos a sus países de origen, sin aportar nada al desarrollo
nacional.
Esa misma derecha
Internacional, que ahora utiliza a los organismos internacionales como la ONU o
el FMI, al Consejo Mexicano de Negocios, al Bank of América, al City Bank, a
las calificadoras Fitch Ratings y Morgan Stanley y hasta a la propia Iglesia,
para señalar sin argumento alguno, que el país está en riesgo frente a una
futura reforma judicial, que los rendimientos de inversión en México estarían
por debajo del promedio de américa latina o que la devaluación y debilidad
reciente del peso frente al dólar, por el orden de los 20 pesos por dólar, es
por causa de la reforma judicial.
Nada más falso que eso,
pues el comportamiento de los mercados financieros internacionales, lo han
originado los mismos Norteamericanos y los Japoneses por las caídas de las
tasas de empleo y disminución de la inversión extranjera directa, entre otros
factores, con repercusiones en México y en todo el mundo. A Todos ellos se les
olvida por cierto, que en Estado Unidos y Japón, también se eligen jueces por
elección popular, y en el caso de los primeros, se eligen también por voto de
los electores, incluso, los Fiscales Generales, los Fiscales de Distrito y los
integrantes de los Jurados Ciudadanos – a éstos últimos sólo se les exige ser
ciudadanos estadounidenses, saber leer y escribir y tener un juicio sano- no se
requiere, ni se exige tener conocimientos de derecho y gozan de un alto
prestigio y reconocimiento social.
En resumen, la reforma
pasará porque así lo pidió más del 59% de los electores el pasado 2 de junio,
cuando votaron entre otras cosas, por el Plan C, que incluye la reforma al
poder judicial; reforma que hoy es aprobada por más del 80% de los mexicanos,
según resultados presentados por casas encuestadoras como De las Heras
Demotecnia y por Enkoll, entre otros.
Hablemos claro, a la
derecha no le preocupa el país, ni el derecho humano de los mexicanos de acceso
a la justicia, mucho menos la independencia y profesionalización del poder
judicial, a la derecha sólo le interesa la conservación de sus privilegios
económicos y políticos, - a los de adentro y los de afuera del poder judicial-.